Os ofrecemos el relato que conforma el segundo premio de relatos juveniles, titulado "Una historia en Roswell sin OVNIs", publicado por Paracuellos del Jarama.
Os preguntaréis qué hago aquí. Susurraréis entre vosotros qué hace un chaval de mi talante escribiendo esto. Es probable que reclaméis a la librería donde me hayáis comprado que soy una pérdida de dinero. Pero también es probable que os guste lo que estáis a punto de leer. Y que se convierta en algo en lo que podáis apoyaros, u os anime a seguir luchando, depende de la situación en la que estéis. Soy positivo. Antes no lo era, pero me dí cuenta de que si el cincuenta por ciento de las personas del mundo (cálculo hecho por mi amigo Roger) no fuéramos positivas, el planeta se iría a pique. No quiero ser partidario de la razón por la cual el planeta se vaya a pique. Ya tiene demasiadas razones. Sé lo que estáis pensando ahora: no es tan fácil ser positivo. Lo sé. Hazme caso que lo sé. Pero tienes que al menos intentarlo. Eso es lo que hice yo. Cuando todo estaba perdido, me esforcé al máximo para llegar a mi meta..., y lo conseguí. Y sin positividad, permíteme decirte que la carrera hacia tu meta te va a parecer un paseo por el infierno más caluroso y tedioso que te puedas imaginar. Por esa razón y mil más, os recomiendo desde el fondo de mi patata que, pase lo que pase, seáis positivos. Y no solo porque yo lo fui. Sino porque es lo último que se pierde, y poder llevar contigo lo último que puedes llegar a perder es sagrado. Sencillamente eso. Así que aquí estoy, para contaros la historia que cambió mi vida. Pero lo primero es lo primero, por lo que empecemos por el principio. |
Puedes obtener el relato íntegro aquí (pdf, 183 kb).
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